Hay varios aromas dentro de los jabones que no están claramente definidos, como el Fougère, el Sándalo y el “Barbershop”.
Los dos primeros tiene una explicación razonable que ya he dicho en varias ocasiones, pero las vuelvo a repetir.
En el caso de los Fougère, la explicación de las diferencias existentes entre unos y otros es que se trata de un aroma compuesto por 4 notas, a saber: lavanda + nota cítrica + nota amaderada + nota balsámica (no mentolada). Como vemos la cantidad de combinaciones es enorme y he aquí la explicación de que la mayoría no se parezcan entre ellos.
Por otro lado decir que el Santalum Album (árbol del sándalo), es una planta parasitaria, por lo tanto se alimenta de otro árbol y es ese “anfitrión” en que marca los matices aromáticos de la savia que recorre la madera de la cual se extrae su aceite esencial.
Por ultimo tenemos el aroma Barbershop, que no es una familia aromática ni un aceite esencial, sino la combinación de una serie de notas que en un principio está más o menos definida, pero que en la práctica se hace de forma arbitraria. Según textos antiguos, en un origen el aroma Barbershop intenta evocar el olor de una barbería, que según parece, hace 100 años olía a jabón clasico, barbicida, loción clasica, talco, humo de tabaco y café. Como es de esperar, con esos requisitos tan aleatorios la posibilidad de encontrar dos aromas que se parezcan tan siquiera un poquitín, son muy escasas, por no decir nulas.
Entonces llegados a este punto, yo me aventuro a decir que el aroma Barbershop como tal no existe, sino más bien aromas que al olerlos nos “trasporten” al pasado y si cerramos los ojos nos hagan pensar que estamos sentados en el sillón de la barbería en la que iban a acicalarse nuestros antepasados más recientes. Y ahora viene la pregunta: ¿Qué jabón/es producen en vosotros ese efecto?
Para mi hay dos jabones que destacan por encima de los demás, que son Tabac y Mitchell´s Wool Fat.