Empiezo mi presentación, en esta comunidad, con una frase clásica de Os Tonechos. Se trata de un célebre dúo humorístico gallego, no vaya a ser que no se me note el acento. Aunque bueno, malo será.
Empecé en esto del mundo del cuidado personal y embellecimiento de los atributos masculinos, hace unos tres años.
Mi primera vez fue con una shavette con el carril mal ajustado, con unas cuchillas Dorco que tienen menos corte que Dinio un sábado por la noche.
Ante al asombro de los asistentes y de, en ese instante, posible futura viuda de mi novia, conseguí salir prácticamente ileso de la experiencia.
Para poneros en situación, tenía tanta experiencia en el arte del afeitado, que lo hice a mano cambiada (más de una vez).
Después de un par de intentos, decidí cambiar mi artilugio rasurador por unas hojas de afeitar Derby, acompañadas de una maquinilla que no se convirtió en parte del proceso de oxidación en menos de cuatro días.
Desde entonces me he cortado unas cuantas veces y me he afeitado sin el picante añadido, otras muchas. Y espero seguir sin liberar adrenalina por los vasos capilares, todo el tiempo que sea necesario.
Mi mayor bien preciado es una Semogue que uso cada dos días desde esas fechas. Con ganas de probar otro tipo de pelo me encuentro, pero me he quedado sin estantes en el baño.
PD: ¿Para qué demonios tendrán las mujeres tantos botijos de plástico? Si al final, nada más que usan los mismos de siempre.
