Hace casi un año, encargué al artesano Quercur, dos asentadores de correa o cinturón, de los de colgar. Hasta ahora, mis primeros y únicos asentadores de este tipo (Los anteriores, son del tipo de ballesta, en cuero natural y con pastas).
Era bastante reacio a invertir en asentadores de correa, por el miedo a estropear los filos por deficiente tensado, o por dañarlos por algún corte accidental.
Pues bien, tras casi un año de manejo, al principio más frecuente, y ahora más esporádico, un par de usos al mes, puedo decir que “me han ganado”.
No he vuelto a usar los de ballesta.
No he tenido problema de adaptación, y me he encontrado muy cómodo con el largo recorrido y el amplio ancho de la cinta de cuero. Mucho más eficaces que los pequeños de ballesta.
Cuando asentaba con los de ballesta, notaba que el asentado era mucho peor, y la sensación de “enganchar el pelo” al iniciar los afeitados los hacía incómodos.
Supogo que esta mejoría, se deberá en parte al mejor asentado en los de correa, pero no podemos dejar de tener en cuenta, que la experiencia y continuo aprendizaje del afeitado, también se deben sumar a los resultados.
No todo será achacable a los nuevos asentadores.
Lo que quiero contar con este post, es que definitivamente, me quedo con el concepto del asentador de correa, en detrimento del tipo de ballesta.
No entro en la calidad de mis asentadores. No he usado ni tocado otros y no puedo comparar. Seguramente habrá mejores asentadores, de distintos fabricantes y distintos artesanos, también de distintos precios. Unos más caros que otros. Hay compañeros de foros, que han tenido alguno de este artesano, con opiniones algo distintas.
Yo, de momento, estoy satisfecho con estos dos que tengo, cumplen de modo sobrado mis espectativas actuales. Aún no me planteo buscar ningún otro que sustituya o complemente a éstos. Pero no descarto en un futuro explorar nuevos productos. Pero al precio que van, es necesario amortizar al menos en parte los actuales.
¿Porqué encargué dos asentadores? Pues porque sin ningún tipo de base “científica” me establecí una rutina particular, de manejo de mis navajas:
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- Tras el afeitado, limpio y seco la navaja y filo con un trapo de tela de sarga de algodón. Dejo reposar y secar al aire hasta el día siguiente.
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- Al día siguiente del afeitado, uso el primer asentador, de cuero vacuno en curtición vegetal, con la cara flor muy finamente lijada, que lo deja aterciopelada y muy suave, y no lleva ningún acabado de aceites ni ceras.
Con este asentado, pretendo hacer limpieza del filo (unas 30 pasadas completas de ida y vuelta). y guardo la navaja en su funda de piel.
- Al día siguiente del afeitado, uso el primer asentador, de cuero vacuno en curtición vegetal, con la cara flor muy finamente lijada, que lo deja aterciopelada y muy suave, y no lleva ningún acabado de aceites ni ceras.
No uso (aún) ninguna tira de textil, ni algodón, ni lino.
-3. Justo antes del afeitado, asiento con el asentador de potro (unas 30 pasadas completas), que tiene acabado encerado y prensado por la parte interior, la de carnaza, y que parece tener un grano más fino que el de vacuno.
Últimamente me tienta probar el asentado con el de potro por la cara de flor, que está únicamente encerada y prensada, sin cepillar ni lijar. Pero esa máxima tan extendida, que desaconseja los experimentos, incluso con gaseosa, hace que me olvide rápidamente de las malas intenciones.
Sería agradable, poder ver y tocar algunos asentadores de gama alta, y calidad reconocida, para poder comparar. Pero hoy por hoy, eso no parece muy probable.